Silencio culpable

12/Nov/2010

La República, Egon Friedler

Silencio culpable

Opinión internacional En su artículo del domingo pasado, el columnista estrella del “New York Times”, Thomas L. Friedman, se refiere a varios golpes de suerte que tuvieron los Estados Unidos en el último tiempo: el fracaso de cinco atentados que podían haber ocasionado numerosas víctimas. Citando cada uno de los casos por el nombre de su fallido perpetrados, Friedman recuerda el caso del nigeriano que intentó hacer explotar un avión Delta con destino a Detroit con 278 pasajeros, el del confeso terrorista que intentó hacer estallar una bomba en Times Square, uno de los lugares más concurridos de Nueva York, el del inmigrante afgano en los Estados Unidos que pretendía inmolarse a sí mismo junto con todos los viajeros del subte neoyorquino que tuvieran la mala suerte de ser sus ocasionales compañeros de viaje y por último, los dos casos de las encomiendas con explosivos enviadas por Al Kaeda desde el Yemen con destino final a los Estados Unidos, que felizmente pudieron ser desactivadas gracias a oportunas informaciones de inteligencia.
Egon Friedler
Las potenciales víctimas de los cinco atentados, que nunca llegaron a enterarse de que estaban en peligro, tuvieron un golpe de buena suerte. Pero hay otros blancos humanos menos afortunados, por ejemplo, las 52 víctimas mortales del ataque de terroristas de Al Kaeda el 31 de octubre contra la iglesia católica “Nuestra señora de la Salvación” en el distrito de Karrada en Bagdad. En esa ocasión los terroristas irrumpieron en el recinto y tomaron de rehén a todos los presentes, reclamando la liberación de prisioneros de Al Kaeda y un número de mujeres musulmanes que según ellos son prisioneras de la Iglesia Copta en Egipto. Al fracasar las negociaciones, las autoridades iraquíes irrumpieron en el edificio y los atacantes arrojaron granadas y detonaron sus cinturones suicidas. Algunos sobrevivientes fueron afortunados en términos relativos. Francia decidió tratar a los heridos en ese ataque mortal y como lo informó la BBC, llegaron a París el 8 de noviembre en un avión francés fletado especialmente, 34 cristianos y un guardia de seguridad musulmán que fueron víctimas del atentado.
En el mismo cable, la BBC informa que de un millón de cristianos que había en Irak antes de la invasión dirigida por los Estados Unidos en 2003 solo quedan unos 400.000. Una serie de atentados con bombas contra iglesias indujeron a muchos a huir, la mayoría de ellos a países vecinos.
En contraste con la amplia cobertura dada por la prensa internacional a los atentados fracasados con la alarma consiguiente, ese éxodo y el de muchos miles de cristianos refugiados del mundo musulmán no parece haber llamado demasiado la atención. Como lo recuerda el periodista Barry Rubin en “The lid” uno de los numerosos sitios de análisis político en Internet “Los cristianos en Irak han sido, y no por primera vez, deliberadamente convertidos en víctimas de un gran ataque terrorista. De hecho, desde Indonesia a Pakistán e Irak, de la Franja de Gaza a Egipto, de Sudán a Nigeria, los cristianos son asaltados, intimidados y asesinados por musulmanes militantes”.
Más adelante, Rubin comenta: “La Iglesia Católica mantiene el silencio porque teme que protestas públicas hagan aumentar las persecuciones. De hecho, en un reciente Sínodo de alto nivel para el Medio Oriente, altos prelados católicos de la región lanzaron ataques contra Israel y hablaron de cuán maravillosamente se trata a los cristianos en países de mayoría musulmana. Se destacó a Irak como un país en el que los cristianos no tienen problemas. Pero al parecer, el apaciguamiento ya no funciona”.
El periodista Salim Mansur hace un planteo aún más incisivo en el “Toronto Sun” de Canadá y pregunta porqué nadie pidió ninguna reunión especial en las Naciones Unidas, porqué no hubo actos de condena al hecho en ninguna de las capitales de los países que integran la Conferencia Islámica, porqué el mortal silencio del liderazgo político y religioso musulmán en el mundo cuando minorías no-musulmanas son atacadas en el mundo musulmán”.
El periodista árabe-canadiense tiene una respuesta inequívoca: “El silencio significa la abdicación de toda responsabilidad por parte del mundo árabe-musulmán de proteger a los no-musulmanes en sus países y de castigar a quienes los persiguen”.
Salim Mansur no es menos indulgente con las minorías musulmanas en Occidente : “El silencio de las minorías musulmanas en Occidente es aún más despreciable que el de los gobiernos árabes musulmanes. Revela cuán poco entienden, o respetan, la cultura política de las sociedades en las que establecieron su hogar. Por el contrario, las organizaciones musulmanas en Occidente se dedican a condenar de manera estridente el problema artificial de la “islamofobia”.”
El articulista contrasta las resoluciones absolutorias del Islam votadas en las Naciones Unidas por presión de los países de la Conferencia Islámica con la difamación por parte de los musulmanes militantes de otras religiones, mientras hacen un gran ruido en torno a una inexistente islamofobia.
Mansur llega a una muy compartible conclusión : “La simple verdad es que los musulmanes se encuentran entre los peores perpetradores de crímenes contra no-musulmanes y que las penalidades impuestas por la obsoleta jurisprudencia de la Shariah implementada en los países musulmanes, viola la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración de los Derechos Humanos, de la cual son signatarios”.